NO TE EQUIVOQUES
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6:14).
Sayin conoció a
José mientras ambos asistían a la escuela preparatoria. Sus miradas se
cruzaban, pero jamás entablaron conversación alguna durante aquellos
tres años. Un año después se encontraron de nuevo y él decidió hablarle.
Luego se hicieron novios. José no era cristiano y ella sí. A pesar de
las diferencias y de los consejos recibidos, Sayin siguió alimentando
aquella relación. Pensó que si se mantenía firme en sus convicciones, un
día José llegaría a amar a Dios. Pero durante el tiempo que estuvieron
juntos él nunca quiso acercarse al Señor.
Algún tiempo
después, Sayin tuvo que trasladarse a otra ciudad, pero la relación
continuó. Pasó otro año y José decidió terminar su noviazgo porque
conoció a otra chica en la universidad. Nuestra amiga sufrió mucho
porque incluso habían hablado de casarse.
Pasado el
tiempo Sayin conoció a Eduardo, un joven cristiano. La amistad creció,
se hicieron novios e hicieron planes de matrimonio. Sin embargo, cinco
meses antes de la boda Sayin se encontró con José. José le suplicó que
no se casara y que rompiera su compromiso.
Ella se sintió
confundida. Decidió que lo mejor era dejarlo todo en las manos de Dios y
oró: «Querido Padre, deseo que tú, que conoces mi pasado, mi presente y
mi futuro, decidas por mí. Sé que es un error volver con José, pero no
tengo fuerzas para decírselo. Me siento muy confundida. Perdóname, pero
considero que únicamente tú me comprendes. Deseo que me ayudes,
permitiéndome soñar con la persona indicada siete veces».
A pesar de que
la respuesta era obvia, Dios tuvo misericordia de Sayin y le respondió
en la forma que ella se lo había pedido. Soñó tres noches seguidas con
José y pensó en terminar con Eduardo. Pero todavía no era tiempo, debía
esperar. A la cuarta noche soñó con Eduardo, y luego lo hizo durante
seis noches más. Ya no había dudas.
Querida amiga,
Satanás es astuto y te impulsa a que dudes de lo que el Señor nos dice
en su Palabra. Por más difícil que sea tu problema, ¡hazle caso a Dios!
No te equivoques.